Estaré compartiendo con ustedes una serie de sermones (“He is Risen”) (Él ha Resucitado”) en bosquejo predicados por el hermano Greg Gwin quien los presentó a la congregación Douglass Hills en Louisville, KY. Referente a la Resurrección de Cristo. Había previamente hecho la versión el Español años atrás pero hasta ahora los puede localizar para subirlos al blog.
Este es el primero de 5 bosquejos que he enumerado desde la primera hasta la última página para toda la serie. Esto motivaría a algunos de ustedes a querer imprimir todo el conjunto de bosquejos.
Difícilmente alguien puede comprometerse en un estudio tan más trascendente en la divinidad de nuestro Señor Jesucristo que el de Su muerte, sepultura y resurrección. Viene a nuestra mente aquellas posiciones del apóstol Pablo a los Corintios cuando escribió: “Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Cor.15:13-20).
Cuando el apóstol Pablo contrarrestó la falsa herejía que negaba la resurrección de Cristo, él enumeró las trágicas y ligadas consecuencias de la premisa de los falsos maestros. Si no hay resurrección: (1) Cristo no resucitó, (2) Nuestra predicación es vana, (3) Nuestra fe es vana, (4) Somos (cada uno de los apóstoles) falsos testigos, (5) Vivimos aun bajos nuestros pecados, (6) No hay esperanza para los muertos en Cristo, (7) Somos los más dignos de lástima de todos en el mundo. Él llama a toda su predicación y fe “vana” (kenos) significando: “vacía de resultados” “vacía de la verdad” si la premisa promovida por los heréticos fue verdadera.
Sabemos que la resurrección corporal de Cristo fue la pieza central del mensaje de cada uno de los apóstoles (cf. Hech.2:24, 32: 3:15, 26: 4:10, etc). Si esta doctrina no tiene fundamento, todo el bien que logró esa clase de predicación (3, 000 convertidos en el día de Pentecostés en Jerusalén, Hech.2:41; incrementándose a 5, 000 Hechos 4:4), centenares en Samaria, Hechos 8:12, 25; centenares en Antioquía, Hechos 11; 20, 21, 26) y muchos otros en Asia Menor, Filipos, Tesalónica y Éfeso es la farsa más grande jamás perpetuada bajo la mentira atroz jamás inventada!
Richard C. H. Lenski dramatiza esta premisa de ser hallada verdadera “Si Cristo no resucitó” al escribir: “Haga lo que quiera con el Salvador. Si él falló en resucitar de los muertos él es de ningún valor, porque no puede librarnos de nuestro pecado, la única cosa que necesitamos de un Salvador, sin reconciliación con Dios, no hay justificación, no hay vida y no hay salvación. Si Cristo está todavía muerto, entonces cada creyente está todavía muerto en transgresiones y pecados… Rechazar Su resurrección es rechazar la eficacia de Su sacrificio, y la muerte que él murió es tan inútil como nuestra fe en semejante Cristo muerto” (The Interpretation of St. Paul´s First and Second Epistles to the Corinthians, 655, 656; Augsburg Publishing House, Minneapolis, MN. 1963).
Pero lejos de la validez de la premisa de los falsos maestros, la verdad brilla como el sol en un día claro. Al examinar las múltiples y diversas pruebas que la resurrección de Cristo ofrece en los evangelios tales como: (1) La tumba vacía, (2) la enorme piedra removida, (3) el sello Romano roto (4) el testimonio de las mujeres del primer día de la semana, (5) el testimonio contradictorio de la guardia de la tumba, (6) el testimonio de Pedro y Juan, (7) el testimonio del resto de los apóstoles, (8) el testimonio de Tomás, (9) el testimonio de Saulo de Tarso (Hech.9:3-5; 22:6-11) (10) el testimonio de más de quinientos hermanos a la vez (1 Cor.15:6), (11) el testimonio de las vidas transformadas de miles de Cristianos desde el primer siglo hasta ahora. Todo es una fuerza acumulativa impresionante e inderrotable ante cualquier premisa, hipótesis o explicación naturalista de cualquier especie. Más bien, con Su resurrección el Señor probo ser el Hijo de Dios, quien por medio del evento portentoso y verificable por el múltiple testimonio ocular “fue declarado Hijo de Dios con poder, según el espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Rom.1:4).
Las pruebas a favor de la resurrección de Cristo vienen aun de fuentes no bíblicas. Ajenas a las Escrituras inspiradas tales como Josefo, el conocido historiador Judío-Romano quien escribió: “Por ese tiempo vivió un hombre sabio llamado Jesús, y su conducta era buena, y era sabido que era virtuoso. Muchos de entre los judíos y de las otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que habían venido a ser sus discípulos no abandonaron el discipulado. Informaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo” (Josefo: Las Obras Esenciales, 269; Editorial Portavoz, Edición a Color 1994).
Así que les invitó a seguir esta serie de útiles lecciones preparadas por el hermano Gwin. Anexaré breves comentarios a cada una de las lecciones junto a citas referenciales de importantes volúmenes al respecto para todavía una más amplia edificación de su fe en el Cristo levantado “Respondiendo Jesús y les dijo: Destruid este templo, y yo en tres días lo levantaré… Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Jn.2:19, 21; cf.8:28; 12:32; Hech.2:24; 3:26; 5:30; 10:40; 13:17:31; 1 Cor.6: 14; Heb.11:19).
Favor de hacer clic en las letras de abajo para abrir el material:
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